15.8.11

La famosa escena (Mark Strand)

Los tonos escarlata pulidos del crepúsculo se hunden cuando el fracaso
cubre de sombras la famosa escena: el retrato que pinta de nosotros la naturaleza
sobre la orilla, mientras el sol que inunda todo ensucia las palmeras
y los senderos de madera delante de las filas de pequeñas casas de veraneo.
Los pájaros, callados, se encorvan en los árboles
o esperan bajo los aleros, y un bote, por allá,
corta las olas, dejando tras de sí volutas de vapor.
¿Qué significa haber venido acá tan tarde?
¿Lo sabremos antes de que, extraviado, penetre en la ciudad
el viento de la noche, arrastrando consigo su estela de mar rancio, y cerremos
los ojos para hacerles frente a las mareas del deseo que se ciernen?
Probablemente no. Entonces, que se salga con la suya lo indecible.
Que la luna reluzca y que luego se apague, como va a suceder, y que las flores
de la zanahoria agachen la cabeza por los campos,
y que la oscuridad sea alabada. Nosotros hemos de partir,
hablando con nosotros mismos en voz alta, repitiendo las palabras
que siempre se han usado para describir nuestro destino.