30.5.11

Subtítulo (Weldon Kees)

Tenemos para ustedes esta noche
una película de muerte: observen
que el celuloide ajado de este film
carece de auspiciantes y de impuestos.

Les pedimos tan sólo algunas cosas:
peguen los chicles bajo los asientos
o tráguenlos de golpe; les rogamos
que dejen los pochoclos en la entrada.
Durante la función, todas las puertas
se mantendrán cerradas. Por favor,
consulten sus programas: por motivos
de precaución, verán que no hay salidas.

No esperen ningún dialogo. Tampoco
ninguna voz humana: hemos creído
conveniente sincronizar la acción
con chillidos de cerdos, con disparos
lentos de armas de fuego y con el ruido
sordo que hacen las máquinas que expenden
golosinas. Volvemos a decírselo:
no hay salidas, ni a quién darle un soborno,
ni tampoco ventanas en los baños.

Esta película no tiene fin,
salvo que el fin sea el de ustedes mismos.
Apaguen por favor la luz, recuérdenle
su carnet sindical al proyector,
y siéntense derechos a mirar
cómo les va explicando la pantalla
la razón de su herencia y su destino.