20.5.10

Para mi hija (Weldon Kees)

En los ojos de mi hija, veo ocultas debajo
de la inocencia de la carne amanecida
señales de la muerte que ella aún no sospecha.
El más frío de los vientos agitó sus cabellos,
y maniató una red de algas sus manos ínfimas;
el pausado veneno de la noche, anodino
e indulgente impulsó su sangre por sus venas.
Unos años resecos que yo vi, que podrían
ser suyos, aparecen: una muerte inminente
en cierta guerra, verdes sus piernitas delgadas.
O, alimentada a base de odio, saborea
el aguijón de la agonía de los otros;
quizá es la novia cruel de un tonto, o un sifilítico.
Estas disquisiciones se agrian bajo el sol.
No tengo hija. Ni quisiera tener una.